catedral de córdoba
La Mezquita-Catedral de Córdoba es el monumento más importante de todo el Occidente islámico y uno de los más asombrosos del mundo. En su historia se resume la evolución completa del estilo omeya en España, gótico, renacentista y barroco de la construcción cristiana.
El lugar que hoy ocupa nuestra Mezquita-Catedral parece haber estado, desde antiguo, dedicado al culto de diferentes divinidades. Bajo dominación visigoda se construyó en este mismo solar la basílica de San Vicente, sobre la que se edificó, tras el pago de parte del solar, la primitiva mezquita. Esta basílica, de planta rectangular fue compartida por los cristianos y musulmanes durante un tiempo. Cuando la población musulmana fue creciendo, la basílica fue adquirida totalmente por Abderraman I y destruida para la definitiva construcción de la primera Mezquita Alhama o principal de la ciudad. En la actualidad algunos elementos constructivos del edificio visigodo se encuentran integrados en el primer tramo de Abderraman I.
La gran Mezquita consta de dos zonas diferenciadas, el patio o sahn porticado, donde se levanta el alminar (bajo la torre renacentista), única intervención de Abd al- Rahman III, y la sala de oración o haram. El espacio interior se dispone sobre un concierto de columnas y arcadas bicolores de gran efecto cromático. Cinco son las zonas en las que se divide el recinto, correspondiendo cada una de ellas a las distintas ampliaciones llevadas a cabo.
Fue construida en el siglo VIII bajo el mandato del Emir Abd ar-Rahman I sobre los restos de una iglesia cristiana visigoda (la Basílica de San Vicente Mártir). El Emir quería que Córdoba eclipsase a Bizancio y Bagdad en ciencia, cultura y artes, de dónde el sultán había tenido que huir tras el derrocamiento de su familia en Damasco. Tras varios siglos, las dimensiones de la mezquita siguieron creciendo gracias a las aportaciones de otros califas.
En 1236, la mezquita se convirtió en una iglesia Cristiana, cuando Córdoba fue conquistada por Fernando III de Castilla. Los cristianos decidieron preservar la mezquita en lugar de destruirla, realzando su belleza con la aportación de nuevos espacios y monumentos. Durante la época renacentista, el rey Carlos V añadió a la mezquita una nave propia de una catedral, la Capilla Mayor. Sin embargo, más tarde se arrepentiría, cuando al consultar con aquellos que le habían pedido permiso para llevar a cabo la obra, pronunció: “Habéis tomado algo único y lo habéis convertido en algo mundano”.
El foco central de la mezquita se encuentra en un nicho de oración con forma de concha construido en el siglo X. El mihrab tradicionalmente mira hacia la Meca. Sin embargo, el mihrab de la Mezquita de Córdoba está orientado al sur, como el de la mezquita de Damasco, y no al sureste, donde se encuentra la Meca. Los cubos de oro fueron importados por escultores bizantinos, y el mihrab fue construido en una pequeña habitación (a diferencia de las demás mezquitas, cuyos mihrab eran pequeñas hornacinas abierta en el muro). De esta manera, las palabras del imam (el líder musulmán que dirige las oraciones) quedaban amplificadas. Los arcos rayados de ladrillo y piedra están apoyados en 856 pilares de granito y mármol, procedente de ruinas romanas y visigodas. Los rayos del sol crean impresionantes juegos de luces entre los pilares y los arcos.
Como todas las demás catedrales del sur de España, la Mezquita-Catedral de Córdoba también tiene un Patio de los Naranjos. Esta es la entrada principal a la mezquita, la cual fue renovada varias veces a lo largo de su historia. La fuente localizada bajo los árboles solía usarse para que los musulmanes realizasen el ritual de purificación. Hoy en día, en el patio puedes encontrar palmeras, naranjos, olivos y cipreses. Desde allí alzando la mirada hacia el cielo se puede disfrutar de la magnificencia de los 93 metros de altura de la Torre del Alminar, del siglo XVI. La torre conserva en su interior los restos del antiguo minarete de la Mezquita, increíblemente semejante a la Giralda sevillana, y del cual hoy en día se conservan 22 de los 48 metros que solía medir en la antigüedad.