catedral de baeza
La Catedral de Baeza fue convertida al culto cristiano por Alfonso VII en 1147, bajo la advocación de San Isidoro. Fernando III, tras conquistar definitivamente Baeza en 1227, le añadió el título de “Natividad de Nuestra Señora”. El cuerpo inferior de la torre, alminar, es el más antiguo, así como los tres arcos islámicos, que están cegados y ocultos, los cuales se encuentran en la torre (siglo XI). Las gárgolas y la cornisa se le añadieron en el siglo XIII. En el siglo XIV, se levanta un nuevo cuerpo, así como las arcadas del claustro y las capillas mudéjares.
En el año 1529 se inicia la edificación de la nueva catedral gótica, con tres naves, pilares góticos y bóvedas de crucería, bajo la dirección de Ginés Martín de Aranda, que se desplomó en el año 1567. Los elementos renacentistas fueron añadidos por Andrés de Vandelvira, encargado de dirigir la reconstrucción. Sin embargo, se conservaron los pilares y las bóvedas de la cabecera. A la muerte de éste (1575) le sucede Cristóbal Pérez y Juan Bautista Villalpando, culminándose finalmente la construcción del templo en 1593 bajo la dirección de Alfonso Barba.
Lo más destacable de la Catedral es, sin duda, su Custodia Procesional, que data del año 1714, una pieza de orfebrería de gran belleza.
Su exterior está formado por tres fachadas. Destaca la portada norte (la que da a la plaza) que está compuesta por dos cuerpos en donde se dibujan pilastras de orden corintio. En el relieve que hay sobre la puerta se representa de forma muy bella la escena de la Natividad de la Virgen.
La fachada oeste cuenta con una pequeña puerta de estilo gótico-mudéjar llamada de la Luna o de San Pedro Pascual, por haber sido enterrados aquí los restos mortales de este santo-obispo. Destaca también el gran rosetón gótico-mudéjar que hay en ella.
La fachada sur o del Perdón, que da acceso al claustro, es de estilo gótico con arco carpanel y clave pinjante.
En su interior sobresale la mezcla perfecta de motivos renacentistas de las bóvedas vaídas con los motivos góticos de las bóvedas de crucería.
La Catedral de Baeza es otro de los edificios que muestran la huella inconfundible de Vandelvira, sobre todo en la Capilla Dorada y en la de San José, aunque se observan también influencias de Diego de Siloé.