catedral de toledo
La Santa Iglesia Catedral comienza a construirse en el año 1227 sobre los cimientos de la Catedral visigoda del s. VI y que a su vez fue utilizada como mezquita. La construcción es de estilo gótico con una clara influencia francesa. La planta del templo es, pues, de cruz latina, llamada de salón, por estar inscrita en el plano de un rectángulo. El alzado marca la cruz, creando una forma vertical triangular, ya que la nave central y el transepto tienen mucho mayor anchura y altura que las naves laterales, siendo las naves exteriores las más bajas. Mide 120 m de largo por 60 m de ancho. Está compuesta por 5 naves, sostenida por 88 columnas y 72 bóvedas. Las naves laterales se prolongan por detrás de la Capilla Mayor rodeando el presbiterio y creando una girola con un doble pasillo semicircular. Su primer arquitecto es el maestro Martín, de origen francés, a quien se deben las trazas de la planta y los comienzos de la obra en la cabecera del templo.
Hasta el siglo XIV no se pudieron cerrar las naves laterales y es en este mismo siglo cuando se construye, en el costado norte, el claustro bajo con sus
dependencias, siendo la más notable la Capilla de San Blas.
En el siglo XV, se levanta la capilla de San Pedro junto a la entrada del claustro y al finalizar este siglo, en 1493, se cierra la última bóveda dándose por
concluida esta magna construcción.
En el siglo XVI se construye el retablo, parte alta del coro y rejas. En la primera mitad del siglo, se cierran todas las vidrieras y se realizan diversas
modificaciones de planta como son la sala capitular, capilla Mozárabe y la capilla de los Reyes Nuevos.
La puerta más antigua del templo es la del transepto norte, inspirada a la correspondiente puerta de la catedral parisina de Notre Dame, dada la mucha importancia que el gótico francés otorgaba a estas entradas. El parteluz con la Virgen y el Niño introduce el tema de las escenas de la vida de Cristo, esculpidas sobre su tímpano. Es una especie de catecismo en piedra para los fieles del siglo XIII.
La torre con sus noventa metros de altura, fue terminada con el último cuerpo octogonal, rematado con el alcuzón de pizarra y las tres coronas por el maestro Hanequin de Bruselas en el siglo XV.
La fachada principal cuenta con tres puertas de acceso, la del Perdón o de los Reyes en el centro, la de las Palmas o del Infierno al lado de la torre y la de los Escribanos o del Juicio lindando con la Capilla mozárabe. Otras dos son la mencionada puerta del transepto norte, llamada de la Feria, de la Chapinería, del Niño Perdido o del Reloj, colocado éste por encargo del cardenal Lorenzana, a finales del siglo XVIII para marcar las horas canónigas, de ahí que sólo tiene una manecilla. Y, finalmente la Puerta de los Leones, del transepto sur, combinando las esculturas góticas y barrocas, todas de excelente calidad.
La catedral toledana posee más entradas, dos la comunican con el claustro, la de Presentación y la de Santa Catalina, y la última, insólita por su ubicación en el muro sur, la neoclásica Puerta Llana, la única que no tiene escalones. Esta modesta puerta "de servicio" que durante siglos dejaba entrar toda la cantería y esculturas para el templo se convirtió en el noble pórtico para el paso de la famosa Custodia, cuando sale majestuosamente en procesión del Corpus Christi. Actualmente es también la puerta de entrada para los visitantes. Al claustro se entra por la Puerta de Mollete y hay otras cinco puertas auxiliares en las paredes de las estructuras añadidas al templo.
En el interior, la capilla mayor es uno de los lugares de la Catedral que alberga más obras de arte. Cerrada originalmente por una rejería tallada en piedra, de la que aún se conserva una parte, atesora un gran número de estatuas. En los dos pilares que dan acceso a la capilla contemplamos, a la izquierda, al legendario pastor Martín Alhaja, que dió información muy relevante para ganar la batalla de las Navas de Tolosa. En la derecha, el Alfaquí, retrato de Abu Walid, musulmán que llevó un mensaje de tolerancia a Alfonso VI, apostando por la convivencia de árabes y cristianos.
También hallamos la rejería, de gran calidad, y el gran retablo, cumbre del gótico florido y última manifestación del mismo antes de la llegada del Renacimiento. Como contraposición al mismo, el sepulcro del cardenal Mendoza, atribuido al italiano Antonio Sansovino, es una de las primeras manifestaciones del arte renacentista en Castilla.
La capilla mozárabe tiene especial interés por haber sido designada por el cardenal Cisneros para restaurar el rito mozárabe en Toledo. Esta forma de celebrar la misa se había conservado entre los cristianos que vivieron en territorio musulmán, desde la dominación visigoda. La cúpula de la capilla es obra del hijo de El Greco, Jorge Manuel Theotocópuli, el altar de bronce y mármol de varios colores, de Juan Manzano, y la rejería gótica de Juan Francés, de 1524.
La capilla de los Reyes Nuevos, hoy sin culto, forma una pequeña iglesia, cuyo vestíbulo es del arquitecto Alonso de Covarrubias. Llamada así en honor de la nueva dinastía Trastámara reinante en Castilla, alberga numerosos sepulcros de sus reyes, con interesantes tallas. Entre las capillas de la girola, destaca el acceso a la Sala Capitular, con rica ornamentación plateresca, y los retratos de todos los arzobispos toledanos. Sobre ellos, uno de los grandes conjuntos de pintura al fresco española, obra de Juan de Borgoña.
Es excelente la colección de pintura conservada en la Sacristía, que cuenta con El Expolio y el Apostolado de El Greco, cuadros de Caravaggio, Ticiano, Van Dyck, Goya, Morales, Rubens, Bassano y muchos más. Cabe mencionar aparte a Juan de Borgoña y a Lucas Giordano, ya que sus pinturas más destacadas son los frescos que revisten las paredes de la Sala Capitular, en el caso del primero, y el techo de la Sacristía, del segundo. El rico repertorio escultórico presente en cada rincón tiene funciones doctrinales y didácticas, además de las artísticas. El coro al exterior muestra numerosas escenas del antiguo testamento, y la Capilla Mayor del Nuevo.
El llamado Transparente es la gran obra maestra del escultor Narciso Tomé, finalizada en 1732, y realizada en mármoles genoveses, jaspe y bronces. Concebido como un retablo, e iluminado por los tragaluces del ábside, presenta numerosas figuras y composiciones representando pasajes de la Biblia.
La Catedral Primada de Toledo alberga el mayor número de vidrieras medievales conservadas, como las del rosetón del crucero, las de la capilla mayor y las de grandes figuras de santos y apóstoles en el lado este.
Otro tipo de arte muy presente es la orfebrería. El tesoro guarda en múltiples vitrinas relicarios, báculos, ropas y objetos litúrgicos entre los que destacan algunos de gran valor histórico. Pero sin duda, lo más espectacular, se expone en el tesoro catedralicio: la imponente Custodia de Enrique de Arfe, compuesta de incontables piezas a modo de encaje de filigranas góticas de plata bañadas en oro; el precioso estuche para el verdadero ostensorio de la Forma Sagrada, una “custodia pequeña” de oro puro, elaborada con el primer oro que Cristóbal Colón trajo de América y perteneciente a los Reyes Católicos. Una vez al año, la Custodia de Arfe sale a las calles de la ciudad para la exaltación de la fe durante la secular procesión del Corpus Christi.