catedral de zamora
La construcción de la catedral se atribuye al obispo Esteban, sucesor de Bernardo, levantada junto al castillo, y patrocinada por Alfonso VII el Emperador y su hermana, la infanta-reina Sancha Raimúndez. La insólita celeridad de su fábrica se tradujo en una unidad de estilo poco frecuente en aquel siglo y en una extrema austeridad decorativa, más propia de lo cisterciense que de otros templos coetáneos de la península. Tradicionalmente se ha admitido que la fábrica se alzó en tan solo 23 años (1151-1174). Un sólo maestro, anónimo como es habitual, la proyectó y dirigió su construcción, seguramente francés traído por el obispo Bernardo.
Originalmente era un edificio de tres naves de cuatro tramos cada una, un crucero ligeramente marcado en planta y tres ábsides semicirculares, escalonados, con sus correspondientes tramos rectos. Sin embargo, ha sufrido una serie de modificaciones a nivel estructural y espacial que ha desdibujado su imagen primigenia. El cimborrio, realizado en el último cuarto del siglo XII, es el elemento más emblemático de la catedral.
Se trata de una obra sin paralelo en la arquitectura medieval, que ofrece una genial, elegante y singular solución al problema de cubrir con cúpula la intersección de la nave central con el crucero. Durante el siglo XIII, tras la conclusión del templo catedralicio, se edificó una torre en el ángulo noroccidental. Se trata de un auténtico baluarte de carácter defensivo, con 37 metros de altura, que destaca por su aspecto colosal y macizo.
La portada meridional o del Obispo es la única de la fábrica antigua que se conserva íntegramente y se puede contemplar en su totalidad. En ella confluyen y se integran armónicamente diversos elementos de procedencia clásica, francesa, oriental e hispanomusulmana. De ella destaca la puerta, abocinada y de medio punto, con el intradós lobulado y cuatro arquivoltas decoradas con arquillos de herradura muy cerrados que producen un original e intenso efecto de claroscuro.
El retablo mayor, diseñado por Ventura Rodríguez y ejecutado por Juan Bautista Tammi y Andrés Verda, fue realizado entre 1765 y 1775 con mármol, jaspes y bronce. El relieve central de la Transfiguración, obra Jerónimo Prebosti en torno a 1773.
Las rejas que cierran la capilla mayor y el coro forman uno de los conjuntos más extraordinarios de la rejería castellana del primer renacimiento. Su factura revela un tracista excepcional y ha sido atribuida al taller del célebre rejero fray Francisco de Salamanca, a quien se adscriben también los púlpitos, todo ello realizado en torno a 1500. La sillería del coro, situada en la nave central, fue realizada en madera de nogal por el taller de Juan de Bruselas entre 1502 y 1505.
Son diversas las capillas que se añadieron circundando el edificio románico. En la nave el evangelio, la capilla de San Miguel o del Santísimo, la capilla de San Nicolás, y la capilla de San Pablo, la capilla de Santa Inés, donde se conservan la denominada Cruz de Carne, reliquia ofrecida por un ángel a un monje benedictino llamado Ruperto cuando suplicaba el cese de la Peste Negra. A los pies de la nave central, la capilla de San IIdefonso, fundación del cardenal zamorano Juan de Mella, que alberga los grupos del Nacimiento y el Calvario, tallados por Juan de Montejo el Viejo a fines del siglo XVI.
El claustro actual sustituye a otro medieval que fue destruido por un incendio en 1591. De proporciones y equilibrio admirables, fue diseñado por Juan del Ribero Rada en 1592, y en él trabajaron diversos maestros, entre los que se cuenta Hernando de Nates Naveda, que lo finalizó en 1612.