concatedral de san pedro de soria
La iglesia inicial pudo ser construida en los años en que Alfonso I el Batallador, que unido en matrimonio con Urraca de Castilla, comenzó la repoblación de Soria (1109-1119). A principios del siglo XVI se comenzó a reconstruir inmediatamente en estilo Gótico, en el mismo lugar y tomando como modelo la Colegiata de Berlanga de Duero. Como resultado, Románico y Gótico coexisten en el mismo edificio y quedan divididos únicamente por una puerta que une el templo gótico con el claustro románico. Fue elevada a Concatedral en 1959, manteniéndose la capital eclesial de la diócesis en el Burgo de Osma.
En el exterior, muy sobrio, destaca la portada sur, de estilo plateresco presidida por la imagen de San Pedro con las llaves de la iglesia situada en una hornacina de concha abultada. La Puerta Santa, a diferencia de la Portada Sur es mucho más sencilla y era la entrada a la Concatedral en la época Medieval, cuando la Plaza Mayor era la actual Plaza de San Pedro, centro del casco urbano de esa época.
En la Torre, de sillería y planta cuadrada, construida con la piedra de la derruída Iglesia de San Miguel de Montenegro, destaca el conjunto de campanas, uno de los más espectaculares e importantes de las catedrales de España. Son siete las campanas existentes de las cuáles cinco son anteriores a 1701 merecedoras de ser consideradas individualmente como Bienes Muebles de Interés Cultural; al valor de su antigüedad también hay que añadir la belleza de sus melenas de madera.
El interior, de planta salón, cuenta con tres naves seccionadas en cinco partes cubiertas con bóvedas estrelladas sobre enormes pilares cilíndricos y cabecera poligonal. Cuenta con numerosas capillas: Mayor, San Nicolás, San Miguel, San Saturio, Santísima Trinidad, Santo Entierro, Nª Señora del Azogue, Nuestra Señora de Santa Catalina y entre todas ellas destacan la dedicada al patrono San Saturio, construida sobre la antigua sala capitular y la de San Nicolás, con retablo procedente de la desaparecida iglesia de Santa Clara.
Sin duda, la gran joya del conjunto es su claustro, declarado monumento nacional en el año 1929. Es de mediados del S. XII y está dotada de grandes dimensiones (30 x 30 metros); se configura como un patio románico de enormes influencias de Silos y conserva tres de sus galerías (la del lado sur se derribó al edificar el templo actual) compuestas con arcos de medio punto sobre dobles columnillas de gran originalidad que descansan en un podio corrido. Sus capiteles de arenisca forman un universo de animales fantásticos, motivos vegetales, alegorías y escenas bíblicas y solemnes.
En el claustro también se custodian algunas trazas de pinturas del gótico tardío y dos peculiaridades a resaltar como son la gran diversidad de marcas de cantería que se aprecian en sus muros y una leyenda en relación a un eclipse de luna que hubo el 3 de Junio de 1239.