real colegiata basílica de san isidoro
Localizada en el casco antiguo de León, en el ángulo N.O. del antiguo recinto romano amurallado de la Legio VII Gemina. Parte del complejo adosa a la muralla. Fue declarada monumento nacional en 1910, después de que la propia Real Academia de la Historia reclamara su inclusión en la lista.
La iglesia de San Isidoro es el resultado de varias etapas constructivas, las primeras de ellas directamente vinculadas a la monarquía leonesa. El edificio actual posee una planta basilical en cruz latina. Su aula se divide en tres naves separadas de la cabecera triple por un transepto, del que sobresalen sus grandes arcos polilobulados. El ábside principal, con la misma luz que la nave central, fue sustituido en época gótica por otro rectangular mayor cubierto con bóveda de crucería. De la cabecera románica quedan los ábsides laterales, más pequeños y los arranques del central.
En origen fue un monasterio regio fundado por el rey Sancho I ‘El Gordo’ (956-966), hijo de Ramiro II. En él se depositaron los restos del niño mártir cordobés San Pelayo (cuya escultura se encuentra en la fachada principal junto con la de San Isidoro, los dos titulares del solar). Alfonso V (999-1027), reconstruyó el monasterio, con materiales pobres según la crónica de Lucas de Tuy y su propia inscripción (barro y ladrillo = ex luto et latere).
Bajo el reinado de Fernando I (1037-1065) y Doña Sancha, hija de Alfonso V, se renovó el monasterio, reconstruyéndolo en piedra. Nuevamente el lugar, en este caso el pórtico de la iglesia, fue dispuesto como lugar de enterramiento de los reyes. La iglesia fue reconsagrada bajo la advocación de San Isidoro de Sevilla, cuyos restos fueron solemnemente trasladados aquí (1063) junto con los de San Vicente de Ávila.
La traslación conllevó la donación de ricos objetos, litúrgicos y personales, que conformaron el llamado ‘Tesoro de León’. La hija de Fernando y Sancha, la infanta Doña Urraca (+ 1101), amplió la iglesia dentro del estilo pleno románico en relación con otras creaciones del Camino de Santiago, que empezaban a caracterizar esa época, y su tesoro, con nuevas donaciones entre las que destaca el famoso cáliz de oro y ágata. La iglesia volvió a ser ampliada y reconsagrada en 1149, bajo el reinado de Alfonso VII y con el patronazgo de su hermana Sancha Raimúndez.
Su cronología debe ser anterior a la última reconsagración de la iglesia (1149), quedando el panteón descentrado de la nueva iglesia. Fue creado en el espacio del pórtico occidental, a los pies de la iglesia. En él descansan 33 miembros de la corte leonesa, destacando 12 reinas y 11 reyes. Es un espacio cuadrangular dividido en ocho tramos organizados en tres naves separadas por arcos sostenidos por capiteles de estilo románico, vegetales e historiados, algunos con escenas del Viejo Testamento como el Sacrificio de Isaac o Daniel entre los leones.
Lo más llamativo son sus seis bóvedas vaídas pintadas al temple sobre estuco blanco, que recibieron el calificativo de ‘capilla sixtina del arte románico’. Presenta una riquísima iconografía que narra los ciclos anuales y los ciclos litúrgicos, desde la ‘Anunciación’ hasta la ‘Crucifixión’. También se representa un Pantocrator rodeado por el teatromorfos justo en la bóveda central del panteón.