catedral de ourense
La historia de la Catedral de San Martiño es un periplo de construcciones y alteraciones, más de ocho siglos de transformaciones que han modelado su estructura y aspecto actual. La seo, cuya primera fecha de alzado habitualmente se sitúa entre los siglos XII y XIII, ocupa un templo de cruz latina con influencias compostelanas y del arte cisterciense, construido en un estilo románico tardío, ya con notas del gótico.
La cabecera, inicialmente con tres ábsides del que solo se conserva uno, nos transporta al siglo XII. La fachada sur, con salida a la Plaza del Trigo, recuerda con sus almenas de castillo el poder que históricamente tuvo el obispo en Ourense. La fachada oeste, donde el rey David tañe su arpa, no tuvo escalinata de acceso hasta el siglo XX. Y la fachada norte, en la calle Lepanto, evoca los cambios que sufrió la ciudad durante el turbulento siglo XV. En lo alto despunta, por su espectacular altura, el bellísimo cimborrio tardo-gótico, construido ya en el XVI.
En la fachada oeste, desde la Plaza de San Martiño, puede verse la Torre de las Campanas, con más de 40 metros de altura: coronada por las ocho campanas de la Catedral. La majestuosidad de la torre rompe la simetería de esta portada, ya que en su esquina derecha permanece la nunca construida Torre de San Martín.
En su interior, austero y de líneas elegantes, el ambiente de serenidad y recogimiento invita a pasear por el deambulatorio y sus varias capillas, deteniéndonos en su Cristo románico y los tesoros del Museo Catedralicio. También nos pararemos a admirar el cromatismo de su Pórtico del Paraíso, la majestuosidad de la Capilla Mayor y la ornamentación de la Capilla del Santo Cristo.
La portada norte, originalmente románica, tiene añadidos góticos de diversa procedencia, de modo que en el tímpano, bajo la cruz, la Virgen sostiene el cuerpo de Cristo descendido. A la izquierda de la escena está el tan repetido milagro de San Martín partiendo su capa, y a la derecha el apóstol Santiago peregrino. La portada está flanqueada por dos torreones que dan un cierto aspecto de fortaleza a la catedral, evocando quizás su destrucción en 1471 por parte de Don Rodrigo Alonso de Pimentel, conde de Benavente, en un ataque contra la ciudad, por entonces bajo la protección del conde de Lemos.
Los autores de esta puerta han dejado una broma para la posteridad. Hay que buscar un personaje que nos da la espalda. Si bajamos la vista verticalmente desde el personaje hasta el suelo veremos un pequeño hueco que curiosamente se mantiene con agua casi todo el año…