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catedrales peninsulares

ARAGÓN


La catedral es el templo cristiano de mayor jerarquía, ya que es la sede donde el obispo tiene su cátedra. Desde la Baja Edad Media, momento en que comienza el auge de los centros urbanos, las catedrales se convierten en su símbolo. La catedral para a ser el edificio más representativo y el orgullo de sus ciudadanos. Todavía en la actualidad, en algunos casos, sigue siendo un icono ciudadano. Un claro ejemplo es el Pilar en Zaragoza.

 

El interior de la catedral, especialmente en la Edad Media, es el centro de las principales actividades de la ciudad, y no solo religiosas. Allí se efectúan todo tipo de relaciones sociales, intercambios comerciales, financieros… por eso no será de extrañar que D. Hernando de Aragón, arzobispo zaragozano, patrocine la edificación de la Lonja para desplazar a los mercaderes, que hacían sus tratos en la Seo de San Salvador.

 

La cúspide de la organización en una diócesis la ocupa el obispo y en el siguiente escalón se sitúa el cabildo catedralicio. Al frente de esta corporación formada por clérigos se sitúa el prior o deán, le siguen otras dignidades eclesiásticas y en un escalón inferior están los canónigos (por estar sometidos a una Regla o Canon). Su cometido es el de la celebración solemne del culto en la catedral y formar parte del consejo del obispo.

 

Entre sus competencias al cabildo le correspondía inicialmente la elección de obispo, el gobierno de la diócesis en la sede vacante y el sostenimiento de las escuelas eclesiásticas (de donde surgen los colegios de infantes que formarán parte de los coros). En sus orígenes hacían vida regular, por eso se construyen claustros como una dependencia más de las catedrales, sin embargo conforme vaya pasando el tiempo los cabildos se irán secularizando.

 

El primero de los cabildos aragoneses es el que se instituye en Roda a partir de 1017. A partir de éste irán apareciendo los demás y adquiriendo cada vez más poder, convirtiéndose en verdaderas cortes, con unos miembros dotados de un importante patrimonio y en muchos casos con señoríos temporales, por eso será constante la presencia de miembros de la Corona o de la Nobleza entre las altas dignidades eclesiásticas.

En Aragón encontramos desde el Románico en Jaca, en Monzón o en la excatedral de Roda de Isábena, pasando por el Mudéjar de Teruel, partes de Tarazona y de La Seo de San Salvador de Zaragoza; o el Gótico de Huesca, Tarazona, la Seo de Zaragoza y, ya en transición hacia el Renacimiento, como en Albarracín y Barbastro; o el Barroco del Pilar de Zaragoza. Y aún algunas, y en especial la Seo de San Salvador de Zaragoza, constituyen un auténtico ramillete de estilos artísticos, donde éstos se yuxtaponen como los estratos en un yacimiento arqueológico.

 

La Iglesia se organizó en diócesis, acomodándose a la división del Imperio realizada por Diocleciano, y pronto surgen tres sedes episcopales en Caesaraugusta, Osca y Turiaso. No fueron las únicas, ya que sabemos por la asistencia de los obispos a los concilios de la época, que en Calagurris Fibularia (se considera que debía estar en la actual Bolea) también hubo obispos, aunque ésta quedó abandonada antes del desmoronamiento del Imperio Romano.

 

Una vez desaparecida la administración imperial romana, la Iglesia se convierte en la única organización capaz de integrar a la población indígena hispanorromana y los obispos se convierten en la máxima autoridad ciudadana. La organización eclesiástica se desarrolla a lo largo de la Alta Edad Media y las diócesis u obispados se agrupan en provincias eclesiásticas, con su metrópoli presidida por un arzobispo metropolitano (archidiócesis).

 

Sin embargo, en la Península, este desarrollo quedó truncado por la invasión musulmana, que provocó el abandono de todas las sedes episcopales aragonesas y que no se reorganizaron hasta el nacimiento de los condados cristianos pirenaicos en el siglo IX.

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Mariano García marianogarcia.besaba.com and Mariano García.